Finney Poder desde lo Alto

Finney Poder desde lo Alto es un libro de 13 Capítulos trazando como Dios impone poder en sus hijos por el Espíritu Santo.




Contenidos

PODER DESDE LO ALTO

por Charles G. Finney — Traducción por David Camps

1. Poder desde Lo Alto
2. ¿Qué es?
3. La Investidura Del Espíritu
4. La Investidura De Poder Desde Lo Alto
5. ¿Acaso Es Una Aseveración Áspera?
6. La Oración Prevaleciente
7. Cómo Ganar Almas
8. Predicador, Sálvate A Ti Mismo
9. Entretenimientos Inocentes
10. Cómo Vencer El Pecado
11. La Decadencia De La Conciencia
12. La Psicología De La Fe
13. La Psicología De La Rectitud

Capítulo desde el libro

Capítulo 8. Predicador, Sálvate A Ti Mismo




PREDICADOR, SÁLVATE A TI MISMO

“Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” 1 Timoteo 4:16.

No voy a predicar a los predicadores, sino a sugerir ciertas condiciones sobre las cuales la salvación prometida en este texto puede ser asegurada por ellos.

1. Vean que están restringidos por el amor para predicar el evangelio como Cristo iba a proporcionar un evangelio,

2. Vean que tengan la investidura especial de poder desde lo alto por el bautismo del Espíritu Santo.

3. Vean que tengan un corazón y no solamente una cabeza llamados para realizar la predicación del evangelio. Por esto quiero decir, sean sinceros y muy intensamente inclinados a buscar la salvación de las almas como la gran obra de vida y no emprendan lo que no tengan corazón.

4. Constantemente manténganse cerca de caminar con Dios.

5. Hagan de la Biblia su libro de libros. Estúdienla mucho, sobre sus rodillas, esperando la luz divina.

6. Tengan cuidado de inclinarse hacia comentarios. Consúltenlos cuando sea conveniente, pero juzguen por ustedes mismos a la luz de Espíritu Santo.

7. Manténganse puros –en voluntad, pensamiento, sentimiento, en palabra y acción.

8. Contemplen mucho de la culpa y peligro de los pecadores, que el celo de ustedes para la salvación de ellos pueda ser intensificado.

9. También profundamente ponderen y habiten mucho en el amor y compasión sin ataduras de Cristo para ellos.

10. Ámenlos tanto como a ustedes mismos como para estar dispuestos a morir por ellos.

11. Denles su más intenso pensamiento para el estudio de las maneras y los medios por las que pueden salvarlos a ellos. Hagan de esto el estudio grande e intenso de su vida.

12. Rehúsen ser distraídos de esta obra. Cuídense de toda tentación que disminuye su interés en ella.

13. Crean la afirmación de Cristo, que Él está con ustedes en esta obra y siempre y en todos lados les dará la ayuda que necesiten.

14. “El que gana almas es sabio”; “y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe”. Recuerden, por tanto, que tendrán sabiduría que gane almas para Cristo.

15. Ser llamados de Dios para la obra, hagan el llamado de ustedes un argumento constante con Dios por todo lo que necesitan para el logro de la obra.

16. Sean diligentes y laboriosos, “a tiempo y fuera de tiempo”.




17. Conversen mucho con todas las clases de quienes les escuchan sobre el asunto de la salvación, para que entiendan las opiniones de errores y carencias de ellos. Averigüen sus prejuicios, ignorancia, temperamento, hábitos y lo que necesiten saber para adaptar su instrucción a las necesidades de ellos.

18. Vean que sus hábitos sean correctos en todo, que son moderados en todas las cosas –libres de manchas u olor de tabaco, alcohol, drogas, o cualquier cosa de las que haya razón para avergonzarse y que puedan tropezar otros.

19. No sean inconstantes sino pongan a Dios delante de ustedes.

20. Frenen su lengua y no sean dados a conversación ociosa e inútil.

21. Siempre dejen ver a su gente que están en un fervor solemne con ellos tanto en el púlpito como fuera de él, y no dejen que su relación diaria con ellos nulifique las enseñanzas serias de ustedes los domingos.

22. Propónganse no saber nada “sino a Jesucristo, y a éste crucificado”.

23. Asegúrense de enseñarles tanto por ejemplo como por precepto. Practiquen lo que prediquen.

24. Cuídense especialmente de su interacción con mujeres, para no levantar pensamiento o sospecha de la impureza más mínima en ustedes.

25. Cuídense de sus puntos débiles. Si tienden al jolgorio y trivialidad, cuídense de ocasiones de fallar en esta dirección.

26. Si son naturalmente melancólicos y solitarios, cuídense de insociabilidad y acrimonia.

27. Eviten toda afectación e hipocresía en todas las cosas. Sean lo que profesan ser y no tendrán tentación para “hacer creer”.




28. Que la simplicidad, sinceridad y propiedad cristiana marque toda su vida.

29. Pasen mucho tiempo todos los días y noches en oración y comunión directa con Dios. Esto los hará poderosos para salvación. Ninguna cantidad de aprendizaje y estudio pueden compensar la pérdida de esta comunión. Si fracasan en mantener la comunión con Dios, son débiles como cualquier otro hombre.

30. Cuídense del error de que no hay medios de regeneración, y como consecuencia, ninguna conexión de medios y fines en la regeneración de las almas.

31. Entiendan que la regeneración es un cambio moral, por lo tanto, voluntario.

32. Entiendan que el evangelio se adapta al cambio de los corazones de los hombres, y en una presentación sabia de ella pueden esperar cooperación eficiente del Espíritu Santo.

33. En la selección y tratamiento de sus textos, siempre aseguren la enseñanza directa de Espíritu Santo.

34. Que todos sus sermones sean sermones del corazón y no solamente de la cabeza.

35 Prediquen desde la experiencia, y no desde el rumor, o la pura lectura y estudio.

36. Siempre presenten el tema que el Espíritu Santo ponga en sus corazones para la ocasión. Tomen los puntos presentados por el Espíritu Santo para la mente de ustedes y preséntenlos lo más directo posible a su congregación.

37. Estén llenos de oración cuando intenten predicar y vayan de su lugar de oración al púlpito con los gemidos internos del Espíritu moviéndolos a ustedes para pronunciarlos.

38. Que su mente se sature con su tema para que se movido a pronunciarlo; entonces abran su boca y que salga como un torrente.

39. Vean que “el temor del hombre pondrá lazo” no está sobre ustedes. Que la gente entienda que ustedes temen a Dios demasiado para temerles.

40. Nunca dejen que el asunto de su popularidad con la gente influya su predicación.

41. Que nunca el asunto del salario los detenga de anunciar todo el consejo de Dios, ya sea que los hombres oigan o se abstengan.

42. No Temporicen, no sea que pierdan la confianza de su gente, y así fallar para salvarlos. No pueden respetarlos completamente como embajadores de Cristo, si ven que ustedes no se atreven a cumplir con su deber.




43. Asegúrense de recomendarse “a toda conciencia humana delante de Dios”.

44. No sean amadores de ganancias deshonestas.

45. Eviten toda apariencia de vanidad.

46. Compelen a su gente a respetar la sinceridad y sabiduría espiritual de ustedes

47. Que ellos por ningún momento supongan que ustedes pueden ser influidos en su predicación por consideraciones de salario, más o menos, o nada.

48. No den la impresión de que son afectos a buenas comidas, y que les gusta ser invitados a salir comer, pues esto será un lazo para ustedes y una piedra de tropiezo para ellos.

49. Mantengan su cuerpo sometido no sea que habiendo predicado a otros, ustedes deban ser un proscrito.

50. Velen por las almas como quienes han de dar cuenta a Dios.

51. Sean estudiantes diligentes, e instruyan completamente a su gente en todo eso que es esencial para su salvación.

52. Nunca halaguen al rico.

53. Estén especialmente atentos a las carencias e instrucción del pobre.

54. No padezcan soborno en un compromiso con el pecado por grupos donadores.

55. No sufran para ser públicamente tratados como un mendicante, o llegarán a ser despreciados por un gran número de audiencia.

56. Repelen cada intento cerca de su boca contra lo que sea extravagante, erróneo, o injurioso entre su gente.

57. Mantengan su integridad pastoral e independencia, no sea que cautericen su conciencia, apaguen al Espíritu Santo, pierdan su confianza entre la gente y el favor de Dios.

58. Sean ejemplo para el rebaño y que su vida ilustre la enseñanza de ustedes. Recuerden que acciones y espíritu de ustedes enseñarán incluso más grandiosamente que los sermones




59. Si predican que los hombres deban ofrecer a Dios y a sus semejantes un amor de servicio, vean que hagan esto ustedes mismos y eviten que todo tienda a la creencia de que están trabajando por paga.

60. Den a su gente un amor de servicio, y anímenlos a considerarlo, no un equivalente monetario por la labor de ustedes, sino una recompensa de amor que los refresque a ustedes y a ellos.

61. Repelen toda propuesta para obtener dinero para ustedes o para los propósitos de la Iglesia que naturalmente disguste o incite al desdén de hombres mundanos pero considerados.

62. Resistan la introducción de reuniones sociales, conferencias entretenidas, especialmente esas temporadas más favorables para esfuerzos unidos para convertir almas a Cristo. Estén seguros que el diablo tratará de desviarlos en esa dirección. Cuando estén orando y planeando por un avivamiento de la obra de Dios, algunos de sus miembros mundanos de la Iglesia los invitarán a una fiesta. No vayan, o están en su círculo, que los derrotará sus oraciones.

63. No se dejen engañar. Su poder espiritual con la gente de ustedes nunca aumentará al aceptar tales invitaciones en tales momentos. Si es un buen momento para fiestas, porque la gente tiene tiempo libre, es también un buen momento para reuniones religiosas, y su influencia debe ser utilizada para atraer a la gente a la casa de Dios.
64. Vean que ustedes personalmente sepan y diariamente vivan en Cristo.

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