El ambientalismo cristiano
Dr. Ray Bohlin
Contenidos
Secciones de El ambientalismo cristiano
- Las siete degradaciones de la tierra
- La ética ambiental del naturalismo y el panteísmo
- La ética ambiental cristiana
- Abuso de dominio
- Responsabilidad cristiana
Resumen: Este breve artículo es sobre la responsabilidad humana para ciudar el ambiente.
Excerpto #1 Las siete degradaciones de la tierra
Calvin DeWitt, en su libro The Environment and the Christian, enumera siete degradaciones de la tierra. Primero, la tierra está siendo convertida, cada vez más rápidamente, de desierto a uso agrícola y del uso agrícola a áreas urbanas. Algunas de estas tierras no tienen ninguna posibilidad de ser reclamadas, al menos no en el futuro cercano.
Segundo, se están volviendo extintas hasta tres especies por día. Una vez que desaparece una especie, deja de ser. Ni la especie ni el papel que cumplía en el ecosistema pueden ser recuperados.
Tercero, la tierra sigue siendo degradada por el uso de pesticidas, herbicidas y fertilizantes. Sólo porque el DDT ya no se use no significa que productos químicos potencialmente dañinos no estén siendo usados en su reemplazo.
Cuarto, el tratamiento de productos químicos y desechos peligrosos sigue siendo un problema no solucionado. Los productos químicos peligrosos se filtran hacia las fuentes de agua desde basurales enterrados previamente.
Quinto, la contaminación se está volviendo rápidamente un problema global. Aparece basura humana en las costas de las islas del Pacífico Sur, lejos de las rutas navieras, y se ha encontrado DDT en pingüinos de la Antártida.
Sexto, nuestra atmósfera parece estar cambiando. ¿Se está calentando por el aumento de gases, como el dióxido de carbono, que proviene de la combustión de combustibles fósiles? ¿Se está encogiendo la capa de ozono por el uso de productos químicos contenidos en heladeras, acondicionadores de aire, aerosoles y extinguidores? Si bien estas preguntas no se pueden contestar fácilmente, deben ser hechas.
Séptimo, estamos perdiendo las experiencias de culturas que han vivido en armonía con la creación durante cientos o aun miles de años. Culturas como la de los menonitas o los Amish, así como las de los bosques tropicales, están siendo desplazadas por la expansión de la civilización.
Nunca antes los seres humanos han manejado tanto poder sobre la creación de Dios. ¿Sabemos lo que estamos haciendo?
Excerpto #2 La ética ambiental del naturalismo y el panteísmo
Hay quienes han culpado a la herencia judeocristiana de la cultura occidental por la crisis ambiental. Estos críticos apuntan directamente a Génesis 1:26-28, donde Dios ordena a su última creación, el hombre, que tenga dominio sobre la tierra y la gobierne y la sojuzgue. Este mandato se ve como una clara licencia para explotar la tierra para los propios propósitos del hombre. Con este tipo de filosofía, preguntan, ¿cómo podrá ser salvada la tierra jamás? Si bien abordaré la inexactitud de esta interpretación un poco más adelante en este artículo, uno puede ver por qué muchos líderes del movimiento ambientalista están pidiendo un alejamiento radical de esta posición cristiana. Pero, ¿cuáles son las alternativas? La necesidad de supervivencia brinda una fundamentación para la preocupación ambiental dentro de una cosmovisión evolucionista o naturalista. La supervivencia de la especie humana es el valor último. El hombre no puede seguir sobreviviendo sin un planeta saludable. Debemos actuar para preservar la tierra a fin de asegurar el futuro de nuestros hijos.
La visión evolucionista o naturalista de la naturaleza, sin embargo, termina siendo pragmática. Es decir, la naturaleza tiene valor sólo mientras la necesitemos. El valor de la naturaleza depende del capricho del hombre egoísta. Si, al aumentar la tecnología, podemos reproducir artificialmente partes del ecosistema para nuestras necesidades de supervivencia, entonces ciertos aspectos de la naturaleza pierden su importancia. Ya no los necesitamos para sobrevivir. Esta visión es, en última instancia, destructiva, porque el hombre poseerá sólo aquello que necesita. El resto de la naturaleza puede ser descartado.
Otra alternativa es la cosmovisión panteísta o de la nueva era. Superficialmente, esta visión ofrece alguna esperanza. Toda la naturaleza es equivalente porque todo es dios y dios es todo. La naturaleza es respetada y valorada porque forma parte de la esencia de dios. Si los humanos tienen valor, entonces la naturaleza tiene valor.
Pero, si bien el panteísmo eleva a la naturaleza, simultáneamente degrada al hombre y terminará por degradar a la naturaleza también. Para el panteísta, el hombre no tiene más valor que una hoja de pasto. En India, las ratas y las vacas consumen los granos necesarios y difunden enfermedades con la anuencia de los panteístas. Restringir a las ratas y las vacas sería restringir a dios, así que el hombre ocupa un segundo lugar ante las ratas y las vacas. El hombre es parte de la naturaleza, pero es el hombre quien es restringido. Así que, finalmente, toda la naturaleza es degradada.
El panteísmo dice que lo que es, está bien. Limpiar el medio ambiente significaría eliminar los elementos “indeseables”. Pero, dado que dios es todo y está en todo, ¿cómo puede haber elementos indeseables? El panteísmo fracasa porque no hace ninguna distinción entre el hombre y la naturaleza.
Excerpto #3 La ética ambiental cristiana
Una verdadera ética ambiental cristiana difiere de la ética naturalista y panteísta en que está basada en la realidad de Dios como Creador y el hombre como el portador de su imagen y su mayordomo. Dios es el Creador de la naturaleza, y no es parte de la naturaleza. Él trasciende la naturaleza (Génesis 1 y 2; Job 38 al 41; Salmos 19, 24 y 104; Romanos 1:18-20; Colosenses 1:16, 17). Toda la naturaleza, incluyendo el hombre, es equivalente en su origen. La naturaleza tiene valor en sí misma porque Dios la creó. El valor de la naturaleza es intrínseco; no cambiará porque el hecho de su creación no cambiará. La roca, el árbol y el gato merecen nuestro respeto porque Dios hizo que fueran como son.
Si bien el hombre es una criatura y, por lo tanto, está identificado con las demás criaturas, ha sido creado también a la imagen de Dios. Es esta imagen lo que separa a los humanos del resto de la creación (Génesis 1:26, 27; Salmos 139:13-16). Dios no confirió su imagen a ninguna otra parte de la naturaleza. Por lo tanto, si bien un gato tiene valor porque Dios lo creó, es inadecuado romantizar al gato como si tuviera emociones humanas. Todas las criaturas de Dios lo glorifican por su misma existencia, pero sólo una es capaz de adorarlo y servirlo mediante un acto de la voluntad.
Pero llevar la imagen de Dios conlleva una responsabilidad. En su sentido correcto, el gobierno y dominio del hombre sobre la tierra es la de un mayordomo o un cuidador, y no de un explotador negligente. El hombre no es soberano sobre los órdenes inferiores de la creación. La propiedad está en las manos del Señor.
Dios dijo a Adán y Eva que cultivaran y cuidaran el huerto (Génesis 2:15), y ciertamente podemos usar la naturaleza para nuestro beneficio, pero sólo según la intención de Dios. Un mayordomo eficaz entiende lo que supervisa, y la ciencia puede ayudarnos a descubrir la complejidad de la naturaleza. La tecnología saca beneficio de la creación para el hombre, pero el gasto innecesario y la contaminación la degrada y arruina la capacidad de la naturaleza de glorificar a su creador. Creo que es útil darnos cuenta de que debemos ejercer dominio sobre la naturaleza no como si tuviésemos el derecho de explotarla sino como algo prestado o que se nos ha encomendado. Recuerde que, en la parábola de los talentos, en Mateo 25, el mayordomo que simplemente enterró su talento por temor a perderlo fue castigado severamente. Lo poco que tenía le fue quitado y entregado a quienes ya tenían mucho. Cuando vuelva Cristo, es posible que se le devuelva su tierra oxidada, corroída, contaminada y desagradable. ¿En qué medida seremos hechos responsables usted o yo?
Lea el original: http://www.ministeriosprobe.org/docs/ambientalismo.html
Para seguir leyendo
- Beisner, E. Calvin. Prospects for Growth: a Biblical View of Population, Resources, and the Future. Westchester, Ill.: Crossway Books, 1990.
- DeWitt, Calvin B., Ed. The Environment and the Christian: What Can We Learn from the New Testament? Grand Rapids, Mich.: Baker Book House, 1991.
- Schaeffer, Francis. Pollution and the Death of Man: a Christian View of Ecology. Wheaton, Ill.: Tyndale, 1970.
© 1992 Probe Ministries. Todos los derechos reservados.
Traducción: Alejandro Field
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