En este folleto explicamos porque el maldecir y de usar vulgaridades es tan serio. Dios dice que estos no entrarán en el cielo. explicamos porque el maldecir y de usar vulgaridades es tan serio. Dios dice que estos no entrarán en el cielo.
Los Maldicientes no van al Cielo
Por David Cox
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1Cor 6:9, 11 ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis… ni los maldicientes… heredarán el reino de Dios. 11 Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.
No somos salvos por obras, pero los pecados sí nos mandan al infierno. Un hijo de Dios es lo que es, por que se ha sujetado a la voluntad de Dios, y vive buscando la voluntad de Dios en toda su vida (Mat 7:21-23). Esto le marca. Este pasaje nos demuestra unas cosas que son abominaciones para Dios, y los hijos de Dios se alejarán lo más lejos que se pueda de ellos.
1° Juan 3:8-9 El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.
Las obras no son el criterio de la salvación
La Biblianos enseña muy claramente que el criterio para ser salvo (o no ser salvo) es de conocer a Jesucristo como su Salvador personal, y las obras no nos salvan (Tito 3:5; Efesios 2:8-9). Pero 1Cor 6:9 “ni los maldicientes… heredarán el reino de Dios.” nos instruye que la persona quien tiene el hábito de usar vulgaridades y maldiciones es una persona quien no conoce a Dios. Del corazón podrido salen las maldiciones y groserías, y esto es exactamente una persona quien carece del amor de Dios en su corazón. No es un hijo de Dios, sino es un hijo del diablo, y se ve muy claramente y fácilmente su carácter.
Rom 8:14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.
Mateo 12:34 ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. 35 El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. 36 Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. 37 Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.
Mat 12:37 Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.
La clave para entender la prohibición divina en no usar maldiciones, de no ser maldiciente, de no atacarse el uno al otro, y de no hablar mentiras es que la boca habla por la abundancia del corazón. El corazón podrido se ve por las palabras vulgares de la boca.
Pro 10:31 La boca del justo producirá sabiduría; Mas la lengua perversa será cortada. 32 Los labios del justo saben hablar lo que agrada; Mas la boca de los impíos habla perversidades.
Stgo 3:9 Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. 10 De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. 11 ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? 12 Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce.
Santiago aclara que la evidencia de que tipo de fuente es que se ve por la calidad de cosas que fluyen de ella. Un hombre malvado, inconverso, y sin salvación va a tener su boca bien entrenada para maldecir, mentir, y atacar a otros. Un hijo de Dios jamás dejará salir de su boca palabras de este carácter. Además Santiago hace un interesante punto. Cuando una persona maldice a otras criaturas hechas a la imagen de Dios, entonces es hipocresía que esta persona pretenda de ser salva, un hijo del mismo Dios que creó la persona que tú maldices.
Mateo 15:11 No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre.
Los judíos se equivocaron al pensar que la espiritualidad (calidad de ser un verdadero hijo de Dios) era por la observación de leyes de dieta, pero Jesús volteó esto para enseñar la verdad. No es lo que pones en la boca lo que te hace corrupto, sino lo que sale de ella.

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